sábado, 6 de septiembre de 2014

21 DE SEPTIEMBRE: DÍA DEL ALZHEIMER (1). "EL TESORO DE LA ABUELA PIRATA". ACTIVIDADES PARA EDUCACIÓN INFANTIL

Hace unos años mi antiguo profesor de la facultad José Mª Rodríguez, con el que luego estuve colaborando en la Unidad de Formación del Profesorado de la Universidad de Huelva, nos propuso a un equipo de personas hacer un trabajo sobre el Alzheimer para implementarlo en las escuelas e ir creando conciencia sobre la enfermedad y sobre todo sobre la importancia de atender y cuidar de los mayores. Por razones que no vienen al caso el proyecto no llegó a concluirse aunque la parte que me tocaba a mí, que era la de Educación Infantil, estaba prácticamente lista.
Ahí se ha quedado durmiendo en una esquina de mi ordenador esperando el momento de volver a salir y claro, como el 21 de septiembre, la época más idónea para publicarlo, coincide con el inicio de curso... ahí se quedaba, porque siempre había prioridades.
Pero este año me he liado la manta a la cabeza (como decimos por acá) y me he propuesto sacar a la luz este miniproyecto, porque realmente es necesario que la sociedad sea consciente de la realidad de las personas mayores, que los peques aprecien la labor que los abuelos y abuelas hacen hoy en nuestra sociedad y sepan corresponder su cariño.
Este proyecto pretende ir generando un poco de conciencia sobre esta realidad, de manera sutil, porque es cierto que es muy complejo entrar hablar de alzheimer con los peques, pero sí se puede hablar de las dificultades de muchos mayores e ir creando aptitudes de responsabilidad y aprecio por esta etapa de la vida en la que después de dar tanto de ti el cuerpo y la mente no responden como antes: es entonces el momento de que los jóvenes sepan corresponder ese esfuerzo y dedicación.
Por desgracia nuestra sociedad, tan pragmática, tan orientada a lo útil, a cumplir objetivos, ve la figura de los mayores casi como un estorbo. Nos resistimos a envejecer y todo lo que ello supone. Se exaltan desde el cine y la TV la lozana juventud y el ocultamiento de las arrugas así como cualquier signo de envejecimiento como si ello nos hiciera menos válidos, pero no es así, es una falacia, una mentira que acabará derrumbándose sobre las mismas personas que la sostenemos, porque todos y todas, si tenemos salud y suerte llegaremos a esa edad. Es por ello urgente hacer algo desde las escuelas para desarrollar actitudes diferentes que nos acerquen a nuestros mayores y nos ayuden a apreciar las bendiciones de esa época de la vida.
Esta es mi modesta aportación para ello y espero que pueda seros de utilidad. 

PROPUESTA DIDÁCTICA: "EL TESORO DE LA ABUELA PIRATA". 21 DE SETIEMBRE: DÍA MUNDIAL DEL ALZHEIMER. 

Pretende...
  • acercar a los niños y niñas de Educación Infantil a sus abuelos y abuelas, estimular en ellos el deseo de escucharles y ayudarles, respetándolos y aceptándolos como son, entendiendo algunos de esos achaques que vienen con la edad. 
  • abordar algunos aspectos básicos relacionados con esta enfermedad, como la memoria y en concreto los recuerdos; conceptos muy básicos a los que el alumnado de estas edades pueden ir acercándose a través de actividades muy sencillas.
En líneas generales...
Se trata de un proyecto muy amplio, con muchas posibilidades, de forma que cada docente pueda adaptarlo al alumnado de su aula en función del nivel, intereses y metodología de trabajo.


El material consta de...

- Guía sugerencias y actividades de ampliación.

- Cuadernillo de actividades para el/la alumno/a.


Actividades:

Actividades de Captación de Ideas Previas:
Podemos realizar un diálogo sobre sus abuelos. Una opción es pedirles que traigan al aula fotos de ellos y que hablen sobre ellas durante la asamblea. Estas fotos pueden irse pegando después en un mural al que podemos titular: “Los abuelos y abuelas son un tesoro”.


Actividad de Motivación: El cuento

El cuento que presenta toda esta unidad está pensado para que pueda ser representado por los propios niños, es, en definitiva, un cuento motor.
 Puede plantearse como un circuito en el aula, en el patio, en la sala de psicomotricidad, utilizando el material del centro, o sentados, animándoles a realizar los movimientos y sentimientos que van apareciendo: nadar, escalar, cansarse, asustarse, etc.
Una opción para que los niños puedan meterse más en los personajes es que antes de recorrer el circuito realicen algunos materiales como el pañuelo pirata, de papel de seda con gomets circulares, pegarles las pegatinas con los símbolos de los piratas, incluso, si se desea, hacer catalejos con rollo de papel higiénico, o nombrar una mascota para el viaje. También puede hacerse un mapa del tesoro que se parta en cuatro pedazos para reproducir esta parte. Puede realizarse como parte del relato o cada cual puede hacer su propio mapa.


EL TESORO DE LA ABUELA PIRATA. CUENTO MOTOR.

NOTA: Todas las indicaciones para el cuento motor irán de color rojo. Son en cualquier caso meras sugerencias. Podemos adaptarlo como más nos guste y desarrollar otras tramas paralelas, dramatizarlo con personajes que hagan de abuela o de serpiente, eliminar el circuito y sencillamente dramatizarlo juntos en la asamblea imitando emociones y gestos principales…
Es conveniente que se lea una primera vez íntegramente apoyándonos en las imágenes adjuntas y posteriormente, una vez realizadas las actividades relacionadas con la elaboración del pañuelo o el mapa y preparado el circuito, se volvería a leer para revivir la historia juntos.

Una mañana de verano los hermanos Kika y Quique fueron a ver a su abuela Marina, que vivía en una casa de la playa.
A los niños les encantaba ir a visitarla porque los llevaba a navegar en su barquita y les contaba historias de cuando ella era joven.
Y es que la abuela Marina había sido pirata y había recorrido los siete mares con su loro Gervasio, que sólo comía pistachos y gambas al ajillo. Su barco se llamaba “La sardina bailarina”. No tenía pata de palo, ni parche ni garfio, porque había sido una pirata honrada que buscaba tesoros y rescataba a los náufragos de las islas desiertas.
La abuela Marina les había prometido que algún día los llevaría a la cueva donde guardaba todos sus tesoros, y Quique y Kika esperaban impacientes que, durante aquella visita, los llevara en su barca. Pero ¿Sabéis lo que pasó?


En aquella ocasión encontraron a su abuela muy triste y con la casa toda revuelta:
-          ¿Qué te pasa abuela?- le preguntaron muy preocupados.
-          Me robaron… -respondió
-          Pero ¿qué te robaron?
La abuela estaba tan mareada que no se acordaba qué le faltaba. Entonces, el loro Gervasio, que era muy listo les dijo:
-           Un pirata malo le quitó sus recuerdos y ya no puede encontrar su tesoro.
-          ¡No te preocupes abuela! – exclamó Kika, que además de ser la mayor de los hermanos era tan valiente como su abuela- Nosotros buscaremos ese tesoro por ti.
-          ¡Pero eso es muy peligroso!- chilló el loro.
-          No importa ¡Nosotros somos piratas verdaderos! – gritó Quique-. Dinos qué tenemos que hacer.
-          ¿De verdad estáis preparados para meteros en una aventura tan peligrosa?
-          ¡Síiii! -gritaron ambos a coro.
-          Pues entonces tendréis que poneros vuestro pañuelo pirata,  dibujaros la insignia de los piratas y  ponerle nombre a vuestra barca. Pero tened mucho cuidado porque el camino estará lleno de trampas.
-           
(Este es el planteamiento de la historia. Si se realiza el cuento motor en este momento se les propone aquí si ellos quieren vivir la historia, se ponen la ropa pirata que se ha elaborado previamente, se dibuja el tatuaje con pintura de cara y finalmente se les da el plano partido en trozos para que lo monten: el plano debe corresponder al circuito que se haya preparado).

Así lo hicieron: se pusieron la ropa de pirata, que consistía en pañuelo pirata de lunares y un tatuaje pirata honrados -una sonrisa con dos tibias- y la abuela le dio a Quique y Kika los pedazos del mapa que necesitaban para llegar hasta la isla de la Caracola, donde se guardaban sus tesoros, pero como era muy antiguo se había roto en pedazos, así que tuvieron que  montarlo con mucho cuidado porque si lo hacían mal se podrían perder en medio del mar, o en la selva de la isla de la Caracola. Entonces no encontrarían jamás el camino de regreso a casa.

(Esta primera parte del cuento se hace todos juntos fuera del circuito. Se imitan las acciones y emociones de los protagonistas que aparecen indicadas en rojo)


            Fueron hasta el embarcadero del puerto, donde estaba la barca de la abuela, le pusieron un nombre,  subieron las provisiones y ni cortos ni perezosos se pusieron a remar con todas sus fuerzas en busca de la isla.
            Viajar por el mar no es nada fácil: había olas grandes que los empujaban adelante y atrás, a veces casi se volcaban a la derecha, o a la izquierda.
Otras veces los delfines se acercaban hasta ellos y los saludaban con el hocico: ¡IIIIIIIIIII! Y ellos, que sabían hablar un poco en delfino (que el idioma de los delfines) les acariciaban con la mano y les respondían ¡IIIIIIIII!
            Remaban mucho durante todo el día y de noche se arropaban con una manta y se echaban a dormir para descansar.

            Una noche, cuando estaban durmiendo se desató una gran tormenta: había mucho viento y olas muy muy grandes que les salpicaban y casi hacían que se volcara la barca. Los rayos y los truenos daban mucho miedo pero como eran muy valientes en lugar de asustarse remaron muy muy rápido para alejarse de la tormenta. Creían que no iban a poder porque el viento soplaba muy fuerte y les arrastraba, pero entonces se les acercaron los delfines. Quique cogió una cuerda, hizo un lazo y lo arrojó a  sus amigos que, agarrándolo por el hocico, los arrastraron lejos de allí, así  pudieron salvarse.
            Una mañana con su catalejo vieron a lo lejos la isla de la Caracola y se pusieron tan contentos que empezaron a saltar en la barca de alegría. Estaban tan contentos que no se dieron cuenta que había grandes rocas puntiagudas rodeando la isla.  Con un empujón de una ola la barca se estrelló con una de ellas y se rompió en muchos pedazos. Quique y Kika cayeron al agua, así que tuvieron que ir nadando hasta la orilla.

(Aquí comienza a realizarse el circuito)

            La isla de la caracola era muy grande y llena de peligros: con el mapa de la abuela se dispusieron a cruzarla buscando la cueva de los tesoros.
            Primero tuvieron que internarse en una selva muy espesa, llena de árboles muy grandes que tenían que ir rodeando. (Se pueden poner sillas, conos, picas… que deban sortear)

 Después llegaron a un gran precipicio por el que no podían cruzar. Kika miró con el catalejo y vio un gran tronco que se había caído y encima de él podrían ir al otro lado, pero tenían que ir con mucho cuidado para no resbalarse (Se puede colocar un banco o dos para pasar sobre él).
Luego llegaron a un pantano lleno de agua y de mosquitos, suerte que vieron unas piedras y pudieron cruzarlo saltando por encima de ellas. Así llegaron hasta una gran montaña. (pueden colocarse ladrillos de plástico en el suelo y otro material sobre el que puedan saltar de uno a otro).
            Kika consultó el mapa y vio que tenían que escalar hasta lo alto de la montaña para llegar a la cueva. Quique cogió su cuerda y la lanzó hasta engancharla en una rama y los dos fueron subiendo por ella con cuidado para no caerse. (Se coloca una cuerda y deben caminar sujetándose a ella).
            En lo alto de la montaña había una cueva pero la entrada estaba cerrada por una gran roca que no podrían mover ellos solos(puede tratarse de una puerta a otra sala, un sillón, una mesa que obstaculice el paso…).
Se empezaron a poner muy tristes porque pensaban que no podrían entrar pero entonces Kika se dio cuenta de que había algo escrito en la pared: era un acertijo. Si encontraban la solución podrían entrar.
           
Kika lo leyó despacio y en voz alta:
            “Es un gran tesoro
            que a todas partes llevarás
            en un cofrecito de huesos,
            Y sirve para pensar y para recordar”.
           
            Pensaron un rato ¿Cuál podría ser la solución? ¿A alguien se le ocurre? ¿Qué llevaban ellos siempre encima y les servía para pensar y recordar? ¿A vosotros se os ocurre algo? (Se le pide a ellos que den soluciones: el cerebro, la cabeza) ¡Muy bien!
Quique y Kika también lo acertaron, lo dijeron muy alto y la piedra se movió dejando libre la entrada a un túnel muy estrecho y muy oscuro (se pueden utilizar túneles de psicomotricidad o una sucesión de sillas grandes). Se arrastraron por el túnel, y llegaron hasta una habitación de roca muy oscura. Al principio no veían nada hasta que Kika sacó la linterna del bolsillo y ¡Qué susto! Había una gran serpiente que los miraba desde lo alto, era de color morado y tenía lunares amarillos y verdes (para representar la serpiente podemos usar una cuerda).
-          ¿Qué  ssssss   hacéissssss aquí sssssss niñosssssss?- les preguntó.
-          Venimos a a a … a por el tesoros de mi abuela… -respondió Quique temblando de miedo.
-          ¡No sssss  voy a dárosssssslo!
-          No hemos recorrido el mar y toda esta isla para irnos sin el tesoro. ¡Vamos a llevárnoslo aunque tú no nos dejes!- exclamó Kika.
-          ¡ESO! – gritó su hermano.


La serpiente se lanzó sobre ellos pero ambos saltaron cuando quiso morderlos y se partió los colmillos (rodeada de los niños, la persona que cuenta el cuento gira con la cuerda, como en el juego del lágigo, para que ellos tengan que saltar cuando se les acerque. Hacerlo despacio para que les de tiempo a saltar).  Entonces quiso darles con la cola pero ellas saltaban cuando iba a tocarles hasta que la serpiente estaba tan mareada que se calló al suelo.
Entonces vieron un montón de tesoros que la serpiente protegía pero ¿cuál sería el tesoro de su abuela?
-          Sssssssi no me hacéissssss daño osssssss diré cualessssss ssssson las palabrasssss mágicasssss para conocer ssss cuál esssss el tesssssoro de vuesssssstra abuela   ssssss - dijo la serpiente, que seguía muy mareada.
-          Nosotros no queremos hacerte daño- le respondieron-. Dinos las palabras por favor.

-          “A mi abuela quiero, a mi abuela adoro,
Y para ayudarla busco su tesoro”.
Kika y Quique las repitieron muy, pero que muy fuerte y entonces uno entre todos los tesoros se levantó y fue flotando hasta ellos.
(Aquí se les puede entregar una caja de tesoro o una imagen con un tesoro)


      Así fue como Kika y Quique consiguieron el tesoro de la abuela pirata. Por un aro mágico (un aro grande de psicomotricidad) que tenía la serpiente pudieron volver a casa y devolvérselo.
      Su abuela estaba tan contenta que les preparó una gran merienda y después, los tres juntos, estuvieron recordando toda la aventura que habían vivido.
      ¡Ah! Y al loro Gervasio, por haberles ayudado, le regalaron una gran bolsa de gominotas.
      Y  colorín colorado… este cuento se ha acabado.


                                       © María Ángeles Vidal López (2007)

ACTIVIDADES SOBRE EL CUENTO MOTOR:

En el cuento no se aclara el tesoro porque me parece interesante que sean los niños y niñas los que, reflexionando sobre ello, elijan qué habría dentro como ejercicio de creatividad preparatorio para el cuento motor. Mientras más participen en todo más irá calando en ellos el sentido de esta actividad.

Una posibilidad puede ser que se les pida que hagan un dibujo de un momento especial que hayan pasado con sus abuelos y se mete en una caja-tesoro que se usará en la actividad, pero seguro que podéis explorar otras posibilidades.

También pueden invitarse a venir al aula a algunos abuelos y abuelas para que nos hablen de sus mejores recuerdos, de historias de su infancia, canciones, juegos...

Os dejo este cuadernillo de actividades donde podréis escoger las que más os interesen para trabajar con los peques. Picad sobre la imagen para abrir el documento.





Me encantaría saber qué tal os ha ido si lo pusierais en marcha así que espero vuestros comentarios.








2 comentarios:

  1. Hola:
    Este curso después de Semana Santa tengo programado un proyecto en torno a los piratas con mis alumnos de cuatro años, incluiré tu propuesta, que me parece preciosa. Cuando lo haga ya te contaré;-Un saludo.

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    Respuestas
    1. ¡Qué bien, Claudia! Me encantará saber cómo te ha ido. Un abrazo!

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